Con humor y sencillas ilustraciones, el profesor de teología John Bergsma se centra en los cuatro evangelistas, cuyos escritos constituyen aproximadamente el 90 % del Nuevo Testamento. Mateo escribe para los cristianos judíos, e ilumina la vida y las enseñanzas de Cristo como el Mesías largamente prometido. Lucas introduce a los lectores en los relatos de la infancia y muerte de Jesús, así como en los Hechos de los Apóstoles y en la vida de la Iglesia primitiva. Esto lleva al lector a descubrir a san Pablo y su primer ―y posiblemente mayor― tratado teológico: Romanos. Por último, Juan, el discípulo amado, nos ofrece la insuperable belleza del cuarto evangelio, y el libro más misterioso del Nuevo Testamento: el Apocalipsis. Un capítulo final ofrece sugerencias para un estudio más profundo.
Crítica
John Bergsma, antiguo pastor protestante, que entró en la Iglesia católica en 2001 y es desde 2008 profesor de teología en la Universidad Franciscana de Steubenville, en Ohio (Estados Unidos), se propone en esta obra ofrecer una introducción al Nuevo Testamento. Para eso, elige algunos autores sagrados y libros de la Biblia, con los que, a su juicio, es posible tener una buena comprensión del conjunto: el evangelio de san Mateo, el evangelio de san Lucas, los Hechos de los apóstoles, la carta a los romanos de san Pablo, el evangelio de san Juan y el Apocalipsis. En la exposición de cada uno de estos escritos, Bergsma ofrece primero una descripción sumaria del contenido (“a vista de pájaro” señala él mismo en alguna ocasión), y pasa después a desarrollar las diferentes secciones en las que puede dividirse cada libro.
Naturalmente, señala que es necesario conocer el Antiguo Testamento para entender el Nuevo y, brevemente, evoca las “alianzas” que Dios ofreció a lo largo de la historia de la salvación (alianzas con Adán y Eva, con Noé, con Abraham, con Moisés, con David y a través de los profetas). Con frecuencia, en la exposición del contenido de los distintos libros, encuentra un hilo conductor en el concepto de “Reino de Dios”, que le permite mostrar la continuidad con pasajes del Antiguo Testamento, en especial los que se refieren al reinado de David, y abrir nuevos cauces para entender el contexto, la novedad y el alcance de los escritos del Nuevo Testamento.
La exposición es profunda y el autor se esfuerza también por hacerla, en lo posible, amena (incluso ilustrándola con dibujos ingenuos, en la línea de su anterior libro, La Biblia paso a paso). De este modo, ayuda al lector a descubrir y apreciar la riqueza de contenido del Nuevo Testamento y lo anima a seguir profundizando. Los lectores con más formación cristiana (e incluso con algunos conocimientos de teología) podrán apreciar más esta obra de Bergsma.
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