El equilibrio interior

El equilibrio interior

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Todo lo bueno, o es pecado o engorda. En estas páginas, el autor trata de demostrar que es más bien el capricho y el exceso lo que estropea, defrauda… y engorda. El equilibrio es la clave del máximo placer compatible con la libertad y la felicidad, y el nombre de ese equilibrio en la comida, en la bebida y en la vida sexual es templanza.

El equilibrio interior constituye un texto revolucionario, al defender lo contrario a lo establecido por el pensamiento dominante: la moderación y la virtud es el camino para alcanzar una vida plena; el deseo y las demás pasiones son algo maravilloso y positivo, que solo producirán sus mejores efectos si se persiguen de un modo razonable. La templanza, por tanto, se manifiesta como una clave indispensable para la felicidad.

Crítica

Buen libro sobre la virtud de la templanza, completo, claro, ilustrado con abundantes ejemplos sacados de la vida ordinaria y acompañado por citas sugerentes de santos, teólogos, pensadores, escritores…; enfocado de un modo positivo para mostrar la belleza y atractivo de esta virtud cardinal. Para un público amplio, y puede ayudar también a preparar clases de religión o de catecismo o charlas sobre la templanza y otras virtudes relacionadas con ella.

La obra parece escrita en el ambiente de las diversas experiencias del autor en la labor con la juventud y los adultos jóvenes. Se trata de un pequeño libro de pensamiento, aunque abierto a la trascendencia y a la posibilidad de la intervención gratuita de Dios. Se basa en varias ideas de J. Pieper, M.-A. Gotzon Santamaría, M. Ronheimer, E. Rojas y otros autores cristianos. No faltan algunas referencias a santo Tomás de Aquino. Aunque tiene un fondo cristiano explícito, el autor ha querido que sus reflexiones pudieran servir para un público que no esté muy familiarizado con la tradición cristiana.

Esta obra es útil para adultos jóvenes, aunque personas al final de la adolescencia también lo podrán leer con provecho. Los razonamientos y los ejemplos son atractivos y llegan al público en general. Se muestra con claridad el modo en que interactúan las pasiones, la razón y la voluntad, tanto en los actos virtuosos como en los viciosos.

El primer capítulo está dedicado a explicar qué es la virtud de la templanza. En él se manifiesta bien el talento del autor por hablar con un lenguaje accesible sobre un tema que no es fácil de entender en la sociedad actual. Ésta tiene hábitos de consumo tan desarrollados que han llegado a configurar un modo de expresarse y de pensar que es muy impermeable a un discurso sobre la virtud de la templanza. Esta parte inicial del libro contribuye a desmontar una falsa idea de templanza muy corriente. El segundo capítulo explica por qué vale la pena vivir la templanza. Para ello se sirve de las relaciones de esta virtud con la libertad interior, con la prudencia y con otras dimensiones del ser humano.

En el tercer capítulo el autor aborda el ejercicio de la virtud de la templanza en sus diversas dimensiones: comida, bebida, procreación. Al hacerlo, ha procurado descender a detalles, que trata con delicadeza y con claridad. El cuarto capítulo está enteramente dedicado a dos pasiones que pueden moderar el apetito sensible del ser humano: la vergüenza (pudor) y la honestidad (amor a la belleza moral). Su último apartado está dedicado al papel de los sentimientos en la educación moral. El quinto y último capítulo trata de la templanza en cuanto actitud ante la vida. En él se nota que el autor ha abierto el espectro de acciones que caen bajo su mirada, escribiendo también sobre la mansedumbre, la fortaleza y otros ámbitos de los bienes que el hombre puede desear pero no están tan directamente ligados a la templanza. Están, sin embargo, bajo la luz del equilibrio interior, que se alimenta de las cuatro virtudes cardinales.

Paso ahora a dar algunas pinceladas más concretas sobre este pequeño ensayo sobre la virtud. Me parece de cierto interés el razonamiento en que, respetando con mucha delicadeza los sentimientos y la sinceridad de las parejas que han decidido vivir juntos sin expresarlo en un compromiso por toda la vida, se explica por qué la unión entre hombre y mujer antes de que haya un serio compromiso de donación mutua para toda la vida – el matrimonio – no les ayuda a ser felices, es decir, no les pone en condiciones fáciles para amar y recibir el amor de modo perfecto. El autor propone sus razones, sin darlo por sentado como algo evidente, ayudando al lector a pensar a partir de la experiencia de vida.

Como ya quedó dicho, el libro no trata solo de la virtud de la templanza, puesto que también habla de la prudencia, de la fortaleza y de la justicia. Sin embargo, creo que el autor ha acertado con el título: «Equilibrio interior: placer y deseo a la luz de la templanza». En efecto, aunque los asuntos tratados son más amplios que la misma virtud de la templanza, la luz a través de la cual son abordados es esa virtud.

En algunos momentos el libro me ha parecido dar razón a Evagrio Pontico, porque éste señala que la gula es la puerta de entrada a las demás “enfermedades espirituales”, entre las cuales señala, por considerar que está íntimamente relacionada con ella, la lujuria. Además, el autor ha privilegiado un acercamiento al tema que logra dar mucha unidad a todo el organismo de las virtudes, como se puede ver también en la tradición oriental de los Padres del desierto, cuando muestran la interconexión entre las distintas enfermedades espirituales, que en Occidente se llaman “vicios capitales”. En resumen, se trata de un libro que presenta la virtud de la templanza de una forma atractiva. Es sin duda una obra que facilita el conocimiento propio en relación a esta virtud y, en fin, lo hace con un lenguaje apto para el lector contemporáneo.
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